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lunes, 2 de abril de 2018

Doctor Divago: Galaxias en el punto de mira

Por Violeta Aguilar

Veo nuevas galaxias gravitando en mi órbita, veo terrenos desconocidos que ya necesito para mi sustento. 

Envuelto en un diseño tan claro y brillante como la Vía Láctea se encuentra el nuevo disco de Doctor Divago, que establece los parámetros de su universo en la más maleable de las sustancias, susceptible de expandirse y establecer conexiones infinitas. 
Este concepto tan clave y fundamental siempre ha estado muy presente en mí desde la primera vez que escuché sus canciones, ya que pensé –y más que pensar, sentí-: “Esto no es una colección de canciones, esto es un mundo”. 
Un mundo en continua evolución y desarrollo, único, diferente, reconocible desde la primera nota pero siempre distinto en cada nuevo disco, con melodías palpitantes y enérgicos contrapuntos, con palabras demoníacas y celestiales, con variaciones hipnóticas. 
Tanteo ahora en la oscuridad, me pongo los pequeños auriculares de mano del mismo modo que un médico se coloca el estetoscopio y busco el corazón, la esencia, para escuchar bien sus sonidos. 
Me recibe un sonido rápido, afilado, travieso y taimado. Siento la bienvenida y el entusiasmo de “Aún queda vino” impregnando la habitación. 
Es curioso cómo se dice –quizá lo hayáis oído alguna vez- que los discos de Doctor Divago son del tipo que crece con las escuchas, y mientras que no hay nada malo con ese tipo de discos, también sé que este no es el caso de la música del Doctor. Sus melodías impactan como un disparo y generan un interés instantáneo en la primera escucha. 
De la emoción intuitiva de “El gemelo malvado” pasando por la más irónica condena al materialismo que escucharéis en “Al cuarto día” hasta el viaje onírico de “Engáñame”, nos llegan estribillos que sangran desde la voz del corazón y te sumergen en bellos acordes -acordes para cada estado de ánimo, hasta los más esquivos- con nuevos registros y bifurcaciones sónicas, combinando como sólo ellos cinco saben hacer, la belleza etérea con el sonido visceral, directo a la entraña. 
El universo (o universos) y el lenguaje son fuerzas igualmente maleables, y Manolo Bertrán lo doblega a su voluntad. Constelaciones de palabras se forman bajo los párpados escuchando “El viaje largo”, “Los pies en la tierra” y “El humor”. El abecedario como depredador de palabras, que incluso va detrás de letras fantasma, aquellas aún desconocidas, como planetas por descubrir, o aquellas que forman palabras que no queremos pronunciar. 
Pero las canciones de Doctor Divago no son un ejercicio intelectual –y no por falta de genio-, algo que se explica por medio de la razón, son un ejercicio emocional, como se percibe en la urgencia de “Sonámbulo” y en la intimidad de “Todos los cielos son la misma vida”. 

Doctor Divago es el mejor grupo del panorama actual por numerosas razones –otra de ellas siendo su potente directo-, subiendo el listón con cada nuevo disco en una trayectoria sin precedentes.



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