Foto de Nàdia Komanepski, tomada del Facebook de Dorian |
Algo espectante y con muchas ganas de verlos, llegó el día, la noche, el lugar y la hora: eran las 3 de la noche cuando el grupo nacional Dorian se subía al escenario de la Sala Razzmatazz, en Barcelona. El ambiente estaba inquieto, y era una mezcla de euforia y ganas a la vez. Nudo en el estómago y felicidad. Por fin, tras una larga columna de humo que había, aparecieron, algo insinuosos. Comenzaron fuerte, con ritmos fuertes en batería y bajos, y la voz del cantante (Marc Gili), derrochando fuerza y energía en cada vocal. Belly, mientras tanto, estaba al cargo del teclado, igual que Bart y Jordi del bajo y la batería, respectivamente. Han grabado ya tres álbumes, aunque en el concierto nos deleitaron a todos con las canciones más conocidas, y supongo que las que más preferiría su público. Realmente acertaron. Creo que absolutamente todos los que estábamos en aquella sala disfrutamos de aquel espectáculo como si fuéramos críos; y digo espectáculo porque realmente fue más que un concierto. Era la perfecta combinación entre buena música, palabras de agradecimiento por parte de ellos y un público que le respondía como se merecían. Y así, saltando, cantando y gritando, les dimos la bienvenida y les despedimos más tarde. Duró poco más de una hora, pero la disfruté tanto que cuando se terminó pensé dentro de mí: "qué genial, joder".
Por Helena
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